jueves, 18 de octubre de 2012

De cómo empezó todo

En estos últimos años, de caídas de muros, torres y velos, fue generándose en algún lugar de mi mente la sensación extraña y desquiciadora de que la información no es tan confiable como sería deseable o, mínimamente, esperable. O, para decirlo en otros términos, son todas macanas, bolazos o refritos.

Es por esto que últimamente he tratado de orientarme hacia fuentes más fiables y a métodos que permitan, a partir de estas fuentes, organizar los datos en la forma de información operativa.

Así, pensando y pensando, reflexionando en profundidad, básicamente en el colectivo, arribé a las siguientes conclusiones: El yacimiento principal de datos debe ser la evidencia directa. El mejor método para organizarlos es el de, una vez fijado un interés y un encuadre interpretativo, realizar una suerte de fenomenología descriptiva. No voy a aburrir con detalles referidos a los caminos transitados (en el sentido lógico) y cómo encontré el verdadero pero, creanme, este es el óptimo y los demás, no quiero hacer leña del árbol caído, son paparruchadas, en el mejor de los casos.

Pronto me di cuenta que no solamente debería aplicar esta metodología a lo que sucede, sino, principalmente a lo que sucedió y, próximamente, a lo que sucederá.

Algunos, autómatas de la replica sin fundamento, empezarán (si no empezaron ya) a decir que no se puede aplicar eso de la "evidencia directa" a cuestiones pasadas o futuras y que, además, todo lo referido al futuro entra en el campo de la profecía (u otras formas de futurología).

Por mi parte sólo responderé que la ignorancia acerca de los tópicos de la física cuántica hace que la gente ni se imagine las posibilidades que se están abriendo en este mismo instante, ya, ahora, en este momento, y en este, y en todos los "este momento" que en adelante se sucedan.

Además, diariamente hacemos futurología y o profetizamos sin que nadie descrea o cuestione nada. Y no estoy hablando de gente de baja ralea, pueblo llano o canalla ignara. No, hablo de gente culta, de políticos, intelectuales, artistas y otros de la misma clase que, diariamente dicen lo que va a pasar y lo que no, de acá a cinco años, diez años o en el dos mil cincuenta.

Todos, sabios o ignorantes, si uno les pregunta qué van a hacer para sus cumpleaños, responden cualquier cosa, menos que no van a existir, salvo algunos vivillos que le agregan la frase "si dios quiere" mientras cruzan, ocultos a la vista del público, los dedos índice y medio, en un ritual destinado a  someter el destino (valga la redundancia) a su voluntad de permanencia y disfrute egoísta y desconsiderado.

Otros, menos futuristas no manifiestan ningún empacho en dictaminar sobre el pasado al afirmar que "siempre fue igual" o que "siempre hubo ricos y pobres" y, algunos más osados no hesitan al sostener que "siempre los habrá". Nosotros, por nuestra parte, nos alejaremos de tanto desatino y carencia de cientificidad, nosotros, repito, abrevaremos en la evidencia directa, fuente de toda razón y justicia.

Entonces, despejado el terreno, empecemos por el principio: En el principio estaba lo anterior, ahora está lo actual y después viene lo que viene. Por lo tanto será menester revisar todo lo que pasó para verificar que no hayamos heredado algún mal entendido que entorpezca el presente y comprometa el futuro. Como esta es una tarea ciclópea (no por el ojo único sino por lo grande) vamos a ir de a uno. Como diría un gaucho matrero, "no pregunto cuantos son sino que vayan pasando", frase que demuestra no sólo la valentía de estos señores sino también su ignorancia de la gramática elemental. Por eso, y para no dejar pasar la oportunidad de corregir al equivocado, reescribimos la tal frase y decimos  "no preguntamos (por lo de 'decimos') cuántos son sino que instamos, invitamos o desafiamos a que vayan pasando". Y así queda todo mejor concordado y acordado.

Bueno, ¿cómo era?, ah sí. El pasado es muy grande, variado y tiene muchos idiomas, la mayor parte desaparecidos y sin legado escrito. Sin querer justificarme en esto, pero haciéndolo, decidí, arbitrariamente según los demás, pero  para mí de modo perfectamente fundamentado, empezar con lo que los manuales escolares definen como el fin de la edad media y el inicio de la moderna. Este hecho, que afectó todo el pasado y, mucho más, el futuro, se desarrolló a lo largo de menos de dos meses y se lo conoce como la Caída de Constantinopla o Bizancio (como más les guste).

La caída de Bizancio (como me gusta a mí que soy un helenista desde que conocí a una a los quince años), es un hecho curioso, de los que deben abundar si se mira bien, ya que significó el inicio del ascenso de occidente (o más bien su creación) y la caída de oriente (aunque esto es un exceso porque existe algo que se autodenomina "cultura occidental" pero no hay algo semejante que se autoafirme como "cultura oriental"). Pero lo primero que hay que determinar es si efectivamente cayó Bizancio y si lo hizo del modo en que nos enseñan, y esto dirimido con nuestro método que tiene por principio nutrirse de la evidencia directa.

Para poder recoger evidencia directa hay que estar en el lugar de los hechos, de otro modo la evidencia (si se la puede llamar así) es indirecta. Estamos hablando de un mundo macro donde los sentidos y sus ampliaciones normales pueden actuar, no de un mundo micro donde no llegamos ni con lupa y, por tanto, la evidencia sólo puede ser indirecta, es decir, para que se entienda bien, no directa.

Alguna persona inteligente, pero por desgracia no lo suficiente, puede señalar el hecho de que "lo que pasó, pasó" y no se puede volver atrás y que sólo medios indirectos nos permiten conocerlo y otras cosas de similar calaña. ¡Tenemos la solución a la aparente imposibilidad!, ¡física cuántica, de supercuerdas, mundos brana, viaje en el tiempo!. Listo, pregunta respondida, objeción refutada, problema resuelto.

Es claro que si no tuviéramos los medios ni siquiera hubiésemos empezado con este proyecto. Es más ni siquiera nos hubiéramos metido a pergeñar esquemas teóricos y cosas así. Es obvio que la ciencia va detrás de la técnica, pese a las ínfulas de aquella.

No tenemos una máquina para viajar en el tiempo. Ese es un concepto un poco anticuado, de la época del mecanicismo industrialista. Ahora todo es más virtual; de algún modo, más espiritual. O sea, tenemos un dispositivo pero el mismo no puede ser definido ni descripto como una máquina, es más bien una matriz de vectores convergentes en una singularidad en la que el tiempo se espacializa de tal modo que puede uno desplazarse por él sin las limitaciones que impone el antes, el ahora y el después (si alguien exige más explicaciones se puede pagar con tarjeta de crédito o débito, además de efectivo, of course).

No será revelada su ubicación (si podemos hablar en esos términos) ni en que consiste. El dispositivo, por supuesto, está a la venta, pero hay que pagar, y mucho, antes de saber qué es. No podemos, no puedo, revelar esta información porque si lo hago, en lugar de pagarme se van a ir a su casa o al primer bar donde puedan sentarse a tomar algo y se van a hacer uno gratis. Lo genial suele ser tan sencillo que todo el mundo dice, una vez que alguien lo inventó, "¿por qué no se me ocurrió antes?". Es lo que me pasó a mí cuando se inventaron internet y facebook. Y antes el lenguaje C.  ¡Y twiter!, ¡qué pel...!, perdón. Pero ya aprendí y ahora no me primerean más.

Volviendo de la tanda publicitaria, otro tema a definir es si iré personalmente o enviaré algo así como un corresponsal. Las ventajas de ir personalmente son obvias, la evidencia es ultra directa y la mirada sagaz. Pero esta opción tiene algunas desventajas:

  • ¿Quién procesa la información?
  • ¿Quién diseña la estrategia?
  • ¿Quién controla las tácticas?
  • En suma, ¿quién piensa?
Además, dato no menor, se trata de un hecho bélico con un peligro potencial nada desdeñable. Quiero decir, es muy probable que la recolección de datos sea mucho mejor, casi óptima, pero también hay que pensar que si algo llega a pasarme no hay quien pueda continuar con todo esto. Este es un caso en que la auto preservación individual coincide plenamente con el interés del conjunto y no sólo un conjunto dado, sino todos los conjuntos actuales y posibles. Está decidido, no voy. El tema ahora es encontrar  alguien apto tanto en el sentido físico como en el intelectual y moral, que no es fácil.

En fin, que en eso estamos, en la etapa que denominamos "La búsqueda del candidato". Las inscripciones están abiertas, no se agolpen y no entorpezcan la entrada. Por favor, señoras y señores, un poco de civilización (occidental y cristiana), hagan fila. Señor corrasé, por favor...